El cuerpo juega un papel fundamental en el enfoque terapéutico de la Gestalt. Reconocemos que el cuerpo no solo es un contenedor físico, sino que también es portador de emociones, sensaciones y experiencias.
Se considera al cuerpo como un recurso valioso para la autorregulación emocional y el autoconocimiento. A través de la atención plena al cuerpo, podemos acceder a información importante sobre nuestras emociones y necesidades. Observar las sensaciones físicas, los cambios en la respiración, las tensiones musculares o las reacciones corporales nos brinda pistas sobre lo que estamos experimentando internamente.
Además, la Gestalt nos invita a tomar conciencia de cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo. Muchas veces, llevamos patrones de tensión o posturas rígidas que reflejan nuestras emociones o bloqueos internos. Al prestar atención a estas señales corporales, podemos explorar y liberar las emociones atrapadas, permitiendo así una mayor fluidez emocional y bienestar.
A través de ejercicios como la respiración consciente, la expresión corporal o el trabajo con el contacto físico, podemos acceder a capas más profundas de nuestra experiencia emocional y promover la integración cuerpo-mente.
Además, la toma de conciencia y el trabajo corporal nos ayudan a conectar con nuestro ser auténtico y a establecer una relación más armoniosa con nosotras/os mismas/os. Al estar presentes en nuestro cuerpo y escuchar sus mensajes, podemos tomar decisiones más alineadas con nuestras necesidades y valores, promoviendo así un mayor bienestar emocional y una vida más plena.
Desde la Gestalt reconocemos la importancia del cuerpo como fuente de sabiduría y guía en nuestro proceso terapéutico. Al prestar atención a las sensaciones y emociones corporales, podemos acceder a una comprensión más profunda de nosotras/os mismas/os , liberar bloqueos emocionales y promover un mayor bienestar integral.
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